La obra de Luis Rojas puede dividirse, desde la perspectiva de este entrado siglo XXI, en dos grandes períodos, cuando decimos grandes nos referimos al paso del tiempo y a la cantidad de obras acumuladas en cada uno de ellos.

En el primero, la música, abstracta por naturaleza, recurre a una narrativa propia, es decir, relata en su propio y particular idioma, aunque lo multimedial aparece desde el comienzo dejando pequeños indicios o mensajes que anticipan lo que vendrá posteriormente.

En el segundo período, aparece con una notable determinación lo documental continuando hacia una cuestión temática: lo político, lo religioso, en definitiva, lo social y humano.

Se incorporan textos discursivos, ya sean literarios, visuales, históricos, que funcionan como un todo con la música, que no abandona su protagonismo y carácter imprescindible.

El compositor siempre dijo que él hace música documental y no “para” un documental, música multimedia y no “para” la multimedia.

Lo que aparece en el primer período como casual se convierte en constante en el segundo.

En el prefacio de su libro "Un tiempo de Rupturas", Eric Hobsbawm, acerca de quién y en ocasión del día de su fallecimiento ocurrido en octubre de 2012, la BBC titulara: "La historia de Eric Hobsbawm es la historia del siglo XX “, escribe:

Este libro [...] trata también sobre una era de la historia que ha perdido el norte y que, en los primeros años del nuevo milenio, mira hacia delante sin guía ni mapa, hacia un futuro irreconocible, con más perplejidad e inquietud de lo que yo recuerdo en mi larga vida.

Vivimos una época de acumulación, en la que los cambios y las continuidades conviven. Producto de este fenómeno, mientras hay cosas que se establecen sólidamente en nuestra cultura y perduran por largos períodos de tiempo, hay otras que no han tenido, ni tienen, la posibilidad de ser conocidas suficientemente como para ser referenciadas, evaluadas, adoptadas o rechazadas.

Vivimos una época en la cual en tanto algunos buscan la novedad, otros, sin embargo, prefieren disfrutar de lo conocido, y otros optan por ir de la tensión a la calma que provocan, respectivamente, lo nuevo (futuro) y lo conocido (pasado).

A su vez, a los cambios rápidos no se le oponen los lentos, sino que se les suman (agregan), siendo estas dos variables: el cambio y la velocidad, las que nos exponen a esfuerzos de adaptabilidad muy diversos para los distintos casos y para los diferentes individuos y grupos sociales.

La historia, hoy, no debiera ser pensada como un transcurrir, esto es, como un orden establecido de procesos, de avances y retrocesos (acontecimientos sucesivos y predeterminados suponiendo una progresividad), sino como un recorrido temporal de acontecimientos, en el que cada quien establece el modo de realizarlo (acontecimientos simultáneos, ordenados con o sin predeterminación).

Es, entonces, aquí donde la diversidad cultural gana importancia y borra las jerarquías de ciertos grupos culturales sobre otros.

Todos estos conceptos pueden ser aplicados a la creación, producción, recepción y apropiación de los bienes culturales, con la ventaja de que, como la mayoría de ellos son naturalmente intangibles e inmateriales, son modificables, transferibles e inagotables.

En el catálogo de BAHIA ARTE ELECTRÓNICO 3ª edición de agosto de 2001, Charly Nijensohn (curador del evento), uno de los grandes artistas del video arte argentino contemporáneo, bajo el título “Experiencias e investigaciones" escribió:

En el ámbito del arte electrónico se cruzan un sin número de investigaciones y experiencias de distintas índoles que no nos permiten delimitar claramente un campo especifico de producción. Esta se multiplica en forma constante expandiendo y creando nuevas fronteras en permanente mutación. La idea es brindar una mirada amplia que nos permita un acercamiento a estos nuevos postulados estéticos y conceptuales.

...

Esperamos desde ya que este panorama del desarrollo artístico de estas diversas corrientes nos permita generar un ámbito de disfrute y reflexión teórica de estas nuevas visiones del arte actual.

Si bien lo dicho por Nijensohn se refiere al arte electrónico, podríamos hacerlo extensivo a la mayor parte de las manifestaciones culturales de hoy día, que por otro lado casi ninguna de ellas excluye al momento de su representación y reproducción a la imagen y a lo electrónico.

Para nosotros los trabajadores de la cultura, nuestras producciones son sin duda un ámbito de disfrute y reflexión teórica y nos nutrimos, más allá de nuestro origen y pertenencia, de las nuevas visiones del arte actual.

LUIS ROJAS